jueves, 10 de febrero de 2011

Él dijo que tal vez el ordenamiento sería después


Los rayos solares con sus altas concentraciones de rayos UV hace mucho que dejaron de conversarnos en los aburridos arreboles, incluso creo que ya se convencieron de que lo ciclistas ya se enemistaron con ellos. De eso ya ni hablamos… Tampoco de porque los árboles se tarifaron con sus sombras dejándolas escapar en autobuses sin recorridos. Ciertamente las casas dejaron sus baños y sus duchas y esos vidrios sedimentados con pasta de dientes, aquella que es inyectada a través de experimentos inorgánicos a los niños con inteligencia precoz y con más de alguna cicatriz por fotografías escolares. Los suaves escritorios de oficinas burócratas se vieron en la necesidad de quemar sus carpetas llenas de papeles y oficios autorizados para la utilización de más cuadraditos de confort. Esa sí que fue tragedia, una de esas en donde el malo, el bueno y hasta el sano feo mueren, ni el tostador de la casa se salva, una sana conversación de lunes a mediodía. Qué hemos hecho le dijo la cama a los zapatos, que situación de inestabilidad política hemos aludido para merecer lo que sucede, un desmembramiento total, maquiavélicamente deseado, un desorden que lo asimilamos como una retorcida realidad, esa que ya nos aburre con su tranquilidad. Me duele el cuerpo le dijo una protección de ventana a las rejas principales de una hermosa propiedad, me duele el cuerpo porque ya no consigo mi utilidad, una asadera tiene mejor suerte que la mía, yo sólo ahuyento a los buenos ladrones de su original destino. Las rejas respondieron míranos a nosotros, los animales ya no beben su droga predilecta por nuestra protección, un silencio apenas ordenado, como una matrícula por pagar en el fondo del mar. Qué rayos le dijo una nube al mar, qué escaleras le respondió el océano, la vaguada costera sólo se dignó a observar. Ahora sí le dijo un asiento a las maletas, ahora sí que si, después de eso el asiento se golpeó contra una pared hasta destrozarse, las maletas haciendo caso omiso de la invitación siguieron su camino. Cuenta la historia de un clavo que creció y se convirtió en martillo, posteriormente después de su primer trabajo fue acusado de asesino, las tachuelas son las que más gritan en estos casos. Hasta el computador de la esquina sufrió por la separación de los escudos y los pesos, ahora dice que las chauchas no le alcanzan para pasar la mitad de la calle. Los pasos de cebras se desquitan imprimiendo sus rayas, declararon que la pintura les hacía cosquillas. Si estamos despejados confundámonos para sentirnos humanos o extraños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario